Palabras del Padre Julio Murúa
Quedarse y permanecer con él
Queridos Jóvenes:
Cuando los dos jóvenes apóstoles se dirigían para hablar con Jesús, Él –anticipándose a la pregunta - les dice ¿Qué buscan? A lo que ellos contestaron: “Maestro ¿dónde vives?” y Él les respondió: “Vengan y lo verán”. Entonces se fueron con Él, vieron donde vivía y pasaron aquel día con Él.” (Jn 1,37-39).
Como a aquellos apóstoles, hoy también el señor les pregunta a ustedes ¿Qué buscan? La respuesta no se hace esperar: ¿Dónde vives? Podemos imaginar que en realidad querían saber, qué es lo que a Jesús lo movilizaba para su relación con la gente, cuál era el lugar donde estaba la fuente de su paz, de su alegría, del gozo que transmitía, de su mirada compasiva y comprensiva con todos pero en especial con el pobre, la mujer, el pecador, su sentido de la justicia y de la misericordia, etc. Reformulando la pregunta podríamos decir que los discípulos preguntaban: “¿cuál es tu hogar?” y la respuesta no es teórica, sino práctica: “vengan y lo verán” y así comenzó un camino para ellos – con sus tropezones - de conocer a Jesús y que terminó sólo cuando sus vidas llegaron a su fin.
¡Cuánta dificultad hoy para seguir y ser testigo de Jesús! Pero… ¡No se puede ser testigo de lo que no han visto y oído! Haber recibido el llamado de ser amigo de Jesús es entrar en su hogar, en su intimidad, estar cerca de Él. No es un conocimiento en primer lugar por la razón sino desde la fe: el apóstol Pedro decía “a quien iremos, sólo tú tienes palabras de Vida Eterna”. En esta etapa de numerosos, rápidos y frecuentes cambios por momentos resulta difícil discernir qué es lo que tiene que permanecer y qué lo que debe cambiar. Es por eso que la invitación es hacer esta experiencia de estar con Jesús. Estar donde Él está: tener frecuencia de contacto con su Palabra, la Biblia y, más aún, los Evangelios. Orar con ella. Percibir que la iglesia (comunidad eclesial) – aún con las limitaciones humanas que todos tenemos - es parte de ese hogar, que allí está el Señor y allí lo conoceremos tal como Él se ha revelado, y es allí donde recibimos “la fuerza” y encontramos “la fuente de agua viva” que nos llegan por medio de los sacramentos “signos de la acción que Dios realiza para comunicarnos su vida”, además Él agregó que donde dos o más se reúnen en su nombre allí esta Él en medio.
Allí es donde también recibimos la enseñanza de los apóstoles y sus sucesores. Estar con los pobres y abandonados, y servirlos pues “cada vez que lo hicieron con cada uno de estos pequeños conmigo lo han hecho”.
Quedarse, permanecer con él, pero no para aislarse de la realidad o permanecer indiferente frente al dolor y sufrimiento de la humanidad sino para nutrirse con el alimento que recibirán para llevar consuelo y esperanza a todos los que perdieron el rumbo.
La “acción” cobra vigor en el discípulo – joven cuando es acompañada de la contemplación del misterio de Dios pues: “el misterio del hombre sólo se esclarece a la luz del Verbo Encarnado: Jesucristo”.
Un abrazo de padre y hermano y ánimo a todos.
El padre Julio Murùa párroco de San José donde la AC también está presente.
Queridos Jóvenes:
Cuando los dos jóvenes apóstoles se dirigían para hablar con Jesús, Él –anticipándose a la pregunta - les dice ¿Qué buscan? A lo que ellos contestaron: “Maestro ¿dónde vives?” y Él les respondió: “Vengan y lo verán”. Entonces se fueron con Él, vieron donde vivía y pasaron aquel día con Él.” (Jn 1,37-39).
Como a aquellos apóstoles, hoy también el señor les pregunta a ustedes ¿Qué buscan? La respuesta no se hace esperar: ¿Dónde vives? Podemos imaginar que en realidad querían saber, qué es lo que a Jesús lo movilizaba para su relación con la gente, cuál era el lugar donde estaba la fuente de su paz, de su alegría, del gozo que transmitía, de su mirada compasiva y comprensiva con todos pero en especial con el pobre, la mujer, el pecador, su sentido de la justicia y de la misericordia, etc. Reformulando la pregunta podríamos decir que los discípulos preguntaban: “¿cuál es tu hogar?” y la respuesta no es teórica, sino práctica: “vengan y lo verán” y así comenzó un camino para ellos – con sus tropezones - de conocer a Jesús y que terminó sólo cuando sus vidas llegaron a su fin.
¡Cuánta dificultad hoy para seguir y ser testigo de Jesús! Pero… ¡No se puede ser testigo de lo que no han visto y oído! Haber recibido el llamado de ser amigo de Jesús es entrar en su hogar, en su intimidad, estar cerca de Él. No es un conocimiento en primer lugar por la razón sino desde la fe: el apóstol Pedro decía “a quien iremos, sólo tú tienes palabras de Vida Eterna”. En esta etapa de numerosos, rápidos y frecuentes cambios por momentos resulta difícil discernir qué es lo que tiene que permanecer y qué lo que debe cambiar. Es por eso que la invitación es hacer esta experiencia de estar con Jesús. Estar donde Él está: tener frecuencia de contacto con su Palabra, la Biblia y, más aún, los Evangelios. Orar con ella. Percibir que la iglesia (comunidad eclesial) – aún con las limitaciones humanas que todos tenemos - es parte de ese hogar, que allí está el Señor y allí lo conoceremos tal como Él se ha revelado, y es allí donde recibimos “la fuerza” y encontramos “la fuente de agua viva” que nos llegan por medio de los sacramentos “signos de la acción que Dios realiza para comunicarnos su vida”, además Él agregó que donde dos o más se reúnen en su nombre allí esta Él en medio.
Allí es donde también recibimos la enseñanza de los apóstoles y sus sucesores. Estar con los pobres y abandonados, y servirlos pues “cada vez que lo hicieron con cada uno de estos pequeños conmigo lo han hecho”.
Quedarse, permanecer con él, pero no para aislarse de la realidad o permanecer indiferente frente al dolor y sufrimiento de la humanidad sino para nutrirse con el alimento que recibirán para llevar consuelo y esperanza a todos los que perdieron el rumbo.
La “acción” cobra vigor en el discípulo – joven cuando es acompañada de la contemplación del misterio de Dios pues: “el misterio del hombre sólo se esclarece a la luz del Verbo Encarnado: Jesucristo”.
Un abrazo de padre y hermano y ánimo a todos.
El padre Julio Murùa párroco de San José donde la AC también está presente.
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